Comodines del lenguaje: las muletillas

Por diferentes razones nos solemos encontrar en encrucijadas marcadas por el calendario y recordadas por Facebook o por eventualidades del devenir diario en las cuales existe una especie de convencionalismo a seguir, que se ha encargado de fijar un cliché adicional a la de por sí saturada oferta de formas prefabricadas de desenvolvernos. En este caso, me refiero a las muletillas.

Las muletillas o cantinelas (palabra con bella sonoridad pero con significado desobligante) son formas recurrentes de expresión utilizadas para manifestar felicitaciones, lamentos, alegrías, tristezas, buenos augurios y mil cosas más, que personalmente me generan una pregunta ¿Qué tanta sinceridad refleja por nuestra parte el uso (y a veces abuso) de muletillas?

Quizá haya varias respuestas; afán, cortesía, escasez de creatividad, lejanía afectiva, quizá una muletilla verdaderamente refleja lo que pensamos y sentimos en un momento dado, o tal vez las muletillas tienen tal riqueza y amplitud conceptual que las convierte en un recurso espléndido del que podemos hacer uso sin ningún tipo de reserva y que nos saca de aprietos. Sea lo que sea, las muletillas son de uso común y corriente pero personalmente encuentro que algunas de éstas realmente son vacías, insípidas como un helado de vainilla y por lo tanto quedan cortas para expresar algún tipo de manifestación ante una ocasión determinada o ante una persona que tengamos en especial estima.

Y muletillas hay muchas, muchísimas, tantas, que dependiendo el dialecto, las ocasiones, los modismos, épocas del año y contextos; llevaría todo un ciclo insufrible de ‘Padres e hijos’ mencionarlas y analizar su uso, pero para no caer en aquello de que el que mucho abarca poco aprieta, trataré de analizar ligeramente unos cuantos ejemplos correspondientes a esta manoseada figura del lenguaje.

Y sin más preámbulos, algunas de éstas son:

Feliz cumpleaños. Encuentro esta expresión bastante simplona y sin nada de gracia, de hecho no la quería mencionar. Su uso sobre-explotado durante los 365 días del año y durante toda nuestra vida le han quitado peso y significado, y no contentos con eso, se han agregado otras muletillas como “Feliz cumpleaños, pásala rico” o “Feliz cumpleaños, un abrazo”, “Feliz cumpleaños y que Dios conceda las peticiones de tu corazón”, “te estás volviendo viejo” y similares que son mero formalismo con el agravante de que cualquier expresión de más que se añada a esta muletilla corre el riesgo de convertirse nuevamente en frase de cajón.

Las tradiciones religiosas son terrenos fértiles para algunas manifestaciones de nuestra cotidianidad, y por ende, las muletillas no han escapado a ello, por el contrario, es un contexto donde más se arraigan, dada la naturaleza del entorno religioso.

A continuación, mencionaré dos.

Dios te bendiga. En mi experiencia como cristiano, pienso que decir esta muletilla se convirtió casi que en un dogma de fe, rayando en el agüero, porque inconscientemente al invocar el nombre de Dios, se da por sentado que alguna suerte de poder sobrenatural acompañará el camino del depositario de tales palabras. Pero independientemente de ello, el “Dios te bendiga” se utiliza no solo con esa intención sino también con ironía, con sarcasmo y por supuesto, también como un mero formalismo para pasar por espirituales y no pocas veces para aparentar.

En el nombre de Jesús. Siguiendo con el tema religioso, ésta sí que es una muletilla tan frecuentada como el Ave María o el Padrenuestro o el Amén. Su uso parte de un versículo en que Jesús dice que todo lo que sus discípulos pidan en su nombre, les será concedido, y entonces cualquier oración termina forzosamente “en el nombre de Jesús”. Es tal el abuso de esta muletilla que suena a firma de un pagaré, que pone al Creador en la obligación de cumplir el pedido que se le está realizando. Sin embargo, en el nombre de Jesús me hago esta pregunta, ¿será que se refiere más bien a una declaración posicional del creyente ante Dios en lugar de una declaración verbal? No en vano Jesús señaló la repetición vana de palabras en las oraciones como un acto cercano a la religiosidad vacía y carente de significado. Reflexionemos…

Un abrazo. Esta muletilla creo que es típica del mundo de internet y la interacción que tenemos con amigos que viven en lugares distantes. Quizá es de las más utilizadas porque pone de manifiesto una limitación que tiene la comunicación por internet y es la ausencia de contacto físico. Sin embargo me preocupa la derivación hacia el diminutivo y en plural que esta muletilla ha venido adquiriendo, seguramente porque algún demonio en el quinto círculo del averno soltó una legión de espíritus cursis que se encargaron de cambiar el caluroso y afectuoso abrazo y su concepto, por una de las infamias conceptuales jamás concebidas, “el abracito”, que hace una formidable pareja con su símil, “el amiwis”. Abracito… ¿Se puede ser tan rácano emocionalmente como para enviar un abracito en lugar de un abrazo? ¿Cuántos abracitos equivalen a un abrazo? ¿Un amiwis es un nuevo teletubbie o qué rayos significa? Quisiera creer que estos neologismos en diminutivo no son una muestra más de frialdad afectiva sino que son expresiones típicas de una forma de comunicación estrechamente ligada a la dinámica de la era de los tuits, los emoticones, los sms y los zumbidos. Bzzzz!!

Feliz navidad y próspero año nuevo. Navidad es una época donde este mundo de apariencias se manifiesta de forma empalagosa; una época donde la religión del consumo utiliza todo un arsenal de trucos y frases pegajosas para rendirle culto al becerro de oro; sin embargo pasan los años, avanza la tecnología, pasan generaciones enteras y la muletilla de “Feliz navidad y próspero año nuevo” no ha cambiado, sigue ahí; incólume, pétrea, inamovible, atornillada como el senador Gerlein y no hay poder humano capaz de desplazar esa consigna universal. Me pregunto si la misma especie que puso al hombre en la luna y que creó los smartphones y la internet ¿no podrá ser capaz de inventarse un nuevo slogan navideño? O quizá esta expresión sea parte del decorado navideño como lo es el pesebre, el árbol y las luces…

(…) y algo más. Esta muletilla pertenece sin dudas, al contexto de la economía informal y es tan colombiana como el rebusque, al menos en mi ciudad, donde la actividad económica informal está a la orden del día, es muy común encontrarla. En virtud de ello se encuentra cualquier tipo de negocios, desde restaurantes, papelerías, variedades, almacenes de ropa, hasta prenderías y ferreterías terminados con la muletilla “… y algo más”. Por ejemplo: “Sopitas y algo más”, “Cafetería San Sebastián ofrece a uds: desayunos, almuerzos, empanadas, papas rellenas y algo más”, “Servicio de internet, llamadas a celular, papelería y algo más”, “Préstamos de libre inversión, vacaciones, electrodomésticos y algo más” y por supuesto no puede faltar el impresentable “Cucos y algo más” (?).

Y ya para finalizar

Carajo. Esta muletilla es de mis favoritas. Su origen se encuentra en la jerga de los marineros de antaño, cuando “mandar al carajo” era mandar a alguien a subir por el mástil principal hacia un habitáculo llamado “carajo”, dispuesto en la parte superior del mástil, sitio desde donde se podía divisar el panorama con mayor amplitud; de hecho podría decirse que cuando a Rodrigo de Triana lo mandaron al carajo, dio con el descubrimiento de las Américas. He ahí la importancia del carajo. Sin embargo, esta muletilla es utilizada con un significado totalmente ajeno, algunos la consideran una grosería altisonante y otros disfrutamos de su uso y sobre todo de su sonoridad; utilizada en contextos de enojo, desesperación, exacerbación del ánimo o como una palabra normal en una conversación, carajo es sin lugar a dudas una de esas palabras que hacen de la lengua castellana, algo maravilloso y en virtud de ello, hago eco de las palabras de Roberto Fontanarrosa cuando llama a la reivindicación de esta palabra por la connotación negativa que para muchos posee.

El universo de las muletillas es insoportablemente largo, como el programa de Jota Mario y he pensado en este tema para dar inicio a mi blog; sé que quedan muchas cosas en el tintero, y cualquier anotación sobre el uso de las cantinelas (me aburre escribir muletillas a cada rato) puede dar origen a un sinnúmero de reflexiones y entradas en cualquier blog, y sin duda que su discusión en este foro virtual puede ser de sumo interés. Pese a ello, espero que esta primera nota a fuego lento, sea de su agrado, estimado lector y para no perder el hilo, si lo estiman conveniente, compartan esta entrada con sus amiwis.

Un abracito!!

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